Mezclándolos con pigmentos obtenemos unos colores intensos que secan con cierta rapidez (aqui vemos cómo se separa la yema de la membrana que la envuelve)
Además la yema tiene la propiedad de crear una emulsión con el aceite; como ocurre con la mayonesa, por lo que podemos mezclar los colores al óleo con el huevo creando una mezcla que se diluye con agua, evitando asi el uso del aguarrás.
Arriba estan los pigmentos utilizados,que simplemente son los colores elementales y abajo el trabajo que estamos realizando
Sobre la paleta se distribuyen los colores al óleo,que se van mezclando directamente con la yema de huevo
Estas técnicas casi alquímicas resultan atractivas y en algunos casos muy absorbentes; no es raro el caso de pintores que atraidos por los juegos químicos con los materiales han perdido un poco el norte, como nos cuenta Vasari del pintor del renacimiento italiano Parmigianino (1503-1540):
"...empezó a abandonar la obra, o al menos a proseguirla tan lentamente, que era evidente que sacaba poco placer de ella. Y esto sucedió porque había comenzado a estudiar la alquimia y había dejado su arte por completo, pensando que se haría rico antes congelando el mercurio. Así, agobiando su cerebro, y no en concebir hermosas invenciones y en ejecutarlas con pinceles y colores, malgastó días enteros jugando con carbón, botellas de vidrio y otros disparates semejantes ..."
"Al final, con su mente obsesionada por la alquimia, Parmigianino,como tantos otros, se volvió totalmente loco. De una persona melindrosa y dulce, se transformó en un hombre casi salvaje e irreconocible con una larga barba y cabellos desgreñados. Reducido a tal estado y habiéndose vuelto melancólico y excéntrico, cayó víctima de una fiebre alta y una cruel fluxión, que en pocos días le hizo pasar a mejor vida.
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