¡Lejos,muy lejos! Pues quiero volar hacia ti, no en el carro de Baco y sus leopardos, sino montado en las alas invisibles de la Poesía, aunque la mente torpe quede atrás,perpleja. ¡Allí, junto a tí! Es tierna la noche,
y quizá esté en su trono la Reina Luna rodeada de todas sus hadas estelares; pero aquí tan sólo existe la luz que, desde el cielo, las brisas impulsan a través de sombras frondosas y tortuosos caminos cubiertos de musgo
No puedo ver qué flores hay bajo mis pies, ni qué suave incienso pende de las ramas, pero en la fragante oscuridad adivino los dulces encantos que la estación propicia ofrece a la hierba y al seto, al frutal de los bosques, a los espinos blancos y al brezo pastoril, a violetas marchitas cubiertas de hojarasca, y a la hija primogénita de mediados de mayo: la rosa almizcleña que nace, cubierta de rocío, entre un zumbido de insectos en la tarde del verano.
Entre las sombras escucho; y he sentido muchas veces un poco de amor por la Muerte apacible; dulces nombres le he dado en rimas inspiradas para que al aire portara mi aliento sosegado; ahora más que nunca parce hermoso morir, acabar sin dolor en medio de la noche, mientras tu alma vas derramando hacia lo lejos, ¡en un éxtasis tal! Seguirías cantando para mi oído insensible, y yo sería tierra para tu intenso réquiem.
Fragmento de la Oda a un Ruiseñor de John Keats