Nick Nolte hace una interpretación sin fisuras de un pintor expresionista americano entroncado con esa corriente artística surgida en Estados Unidos llamada "expresionismo abstracto", basada en la expresión del subconsciente por medio de grandes manchas de color aplicadas con gestualidad, dejando que el libre impulso del momento determinara qué colores y formas iban componiendo la superficie del lienzo.
En la película se muestran las complejas relaciones entre el acto creativo y las emociones internas del pintor obsesionado con una mujer que trabaja con él en el estudio haciendo las veces de ayudante , modelo inspirador y amante.
Vemos la soledad del artista durante la creación, sus motores, las dudas y los lastres que operan en contra y en ocasiones a favor del desarrollo de su obra. También queda perfectamente expresada la imposibilidad por parte del protagonista de explicar a los demás las fuerzas que trabajan en su interior: como la fuente de su pulsión creativa parte de una obsesión y un extraño fetichismo y como al fin se liberan todas esas energías y conflictos por medio de la pintura. En este sentido, la elección de un artista expresionista como referente es genial porque nos muestra con más claridad esas fuerzas desconocidas e inconscientes.
La fisicidad que Scorsese imprime a la acción de pintar (creando escenas de una potente energía cuando el artista pinta , o de un profundo magnetismo en la mirada ensimismada que el pintor fija en los pies de su amante) muestra la gran sensibilidad de este director.
En definitiva una buena peli que entra de lleno en los aspectos más oscuros de la creación artística, en la soledad que conlleva y la catarsis en cierta medida liberadora que genera.
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