Aunque Camille Corot comenzó su carrera como pintor realista su profundo estudio de los efectos de la luz en el paisaje lo llevaron a convertirse en uno de los precursores del impresionismo. En sus retratos idealizados casi a la manera del primer renacimiento, realiza una síntesis del volumen a través de los planos iluminados y en sombra que lo acercan a los trabajos en este mismo campo realizados por Cézanne.
A partir del cuadro "Agostina" pintado por Corot en 1866, Eva realiza una sorprendente simplificación de los planos del rostro creando acusados contrastes que nos remiten directamente a la obra de Picasso.
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