(...)Para poder abordar el concepto del Tiempo del Ensueño, dijo, había que entender que éste es un equivalente aborigen de los dos primeros capítulos del Génesis, con una diferencia significativa.
Aquí, en Australia, los antepasados se crearon a sí mismos con arcilla, por centenares y millares, uno para cada especie totémica.
A continuación explicó como se pensaba que, al desplazarse por el país, cada antepasado totémico había esparcido una huella de palabras y notas musicales a lo largo de la sucesión de sus pisadas, y como estos rastros de Ensueño estaban impresos sobre la tierra como "medios" de comunicación entre las tribus más distantes.
-Una canción_dijo,_era al mismo tiempo un mapa y un medio de orientación. Si conocías la canción, siempre podrías encontrar tu itinerario a través del país.
En teoría, por lo menos, toda Australia se podía leer como una partitura musical. En el país casi no había una roca o un arrollo que no hubiera podido ser, o no hubiera sido, cantado. Tal vez se podría representar visualmente los Trazos de la Canción como unos espaguetis de Ilíadas y Odiseas, que se enroscaban en todas direcciones, y en los cuales cada "episodio" se podía leer en términos geológicos.
Bruce Chatwin, "Los Trazos de la Canción"
Arte rupestre australiano.
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