Mirando estos estudios de retratos realizados a finales del siglo XVI, en pleno barroco por Rubens o Van Dyck (no esta adjudicada la autoría), casi sentimos la mirada de sorpresa del pintor ante una morfología y colores nuevos que le obligan a aparcar su técnica a favor de un naturalismo y una expresividad que deja libre el pincel de idealismos.
Estos estudios parecen haber sido realizados no antes del XIX, cuando el Romanticismo ya había realizado su trabajo liberador en el figura del artista y difundido el gusto por lo exótico.
En este caso, estamos ante la prueba de que este espíritu libre siempre
estuvo en el interior de los grandes pintores de la historia, y de que
el gusto por lo exótico no es más que la búsqueda de nuevos retos y superación técnica.
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